¿Cómo sería mi tutor ideal?

El tutor es un factor clave en el proceso de aprendizaje de cualquier niño, cada uno presenta una serie de cualidades y unas competencias determinadas. Por ello, hoy voy a retratar a mi tutor ideal.

Primero de todo, mi tutor perfecto sigue en el aula una pedagogía activa [Octavi Fullat, "Paideia"], respondiendo a un enfoque didáctico integral que presupone específicamente la actividad del alumno; se centra en la autodeterminación personal y social, así como en el desarrollo de la conciencia crítica.

Igualmente, muestra como rasgos de la personalidad los siguientes:

  • Paciente: capaz de soportar contratiempos y dificultades, espera y persevera de forma activa.
  • Creativo: motiva la capacidad de creación e imaginación de los alumnos.
  • Innovador: tiene iniciativa por aportar nuevas metodologías y acepta sugerencias novedosas.
  • Carismático: capaz de entusiasmar a los alumnos en el proceso de aprendizaje.
  • Respetuoso: respeta los derechos de los demás y trata con educación.
  • Tolerante: comprende los problemas y necesidades para una mayor aceptación.
  • Capacidad de escucha: para analizar un problema, primero escucha a los implicados con toda la atención posible.
  • Es "madre": se implica con cada niño y lo ve como único.
  • Empático: es sensible con el alumno e intenta comprender sus circunstancias.
  • Capacidad de adaptación: a las normas del centro y a los cambios que puedan producirse.
  • Reflexivo: analiza desde diferentes puntos de vista la realidad existente.

Las competencias más importantes que, a mi juicio, debe mostrar mi tutor ideal en sus relaciones con los alumnos son:

  • Es un guía en el proceso de aprendizaje.
  • Contribuye a la educación integral.
  • Fomenta la educación en valores, tomando como base los temas transversales del currículo.
  • Orienta a nivel académico y profesional, y en la toma de decisiones del alumno.
  • Conoce la materia y la transmite con pasión.
  • Es un ejemplo a seguir.
  • Siempre está dispuesto a ayudar.
  • Ordena y organiza la clase, y sus materias.
  • Interactúa con sus alumnos.
  • Sabe transmitir sus conocimientos a los estudiantes.
  • Saca el potencial de cada uno.
  • Analiza y soluciona los conflictos.
  • Se informa sobre el alumno y su entorno.
  • Realiza un seguimiento de la evolución del estudiante, donde podrá detectar dificultades de aprendizaje a las que dará una respuesta educativa adecuada.
  • Obtiene información sobre sus antecedentes escolares y sus circunstancias personales, siempre dentro de unos límites.
  • Favorece la integración y la participación en clase.
  • Respeta y tolera a sus alumnos.
En relación a los profesores, mi tutor perfecto presentaría las siguientes capacidades:
  • Contribuye a crear un clima de paz y respeto en el centro.
  • Coordina con los profesores la coherencia de cada programación, esto es, el Proyecto Educativo del Centro (PEC), el Proyecto Curricular de Etapa (PCE), y el proceso de evaluación de los alumnos.
  • Recaba información sobre las cuestiones corcenientes al grupo y a los alumnos.
Por otro lado, este tutor tiene una serie de habilidades con las familias:
  • Establece relaciones cordiales que facilitan la conexión entre las familias y el centro.
  • Implica a las familias en actividades de apoyo al aprendizaje y orientación de sus hijos.
  • Informa debidamente sobre la evolución y otros asuntos que concierne a sus hijos.
Ahora, es tu turno, ¿Cuál sería tu docente o tutor perfecto?
¡Te leo!

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